Pizza de mejillones en el fin del mundo
14:43 | Hugo Peralta es cocinero y tiene a su cargo la pizzería “Zorro Viejo”, ubicada en Almanza. Apasionado por el lugar en donde vive, le pone el toque local a cada una de sus pizzas en un proceso que incluye pesca artesanal, comunidad y de fondo el imponente Canal Beagle.
Noticia publicada jueves, 18 de abril de 2024 porCritica Sur.Tiempo de lectura: 6 minutos (1032 palabras)Critica Sur
“Almanza es el último espacio virgen que nos queda, el último pueblo habitado por civiles en la Isla Grande de Tierra del Fuego, con 147 personas que trabajan, producen y cuidan este lugar tanto en verano como en invierno. Son los que hacen que siempre flamee nuestra bandera celeste y blanca”, dice Hugo Peralta, sentado frente al ventanal que enmarca el impactante paisaje que rodea su pizzería –“la más austral del mundo”- llamada Zorro Viejo. La pizza que cocina Hugo no sólo es especial por su ubicación geográfica, sino por los ingredientes que hacen de ella un platillo absolutamente único: “Fue un proceso de prueba y error, hasta que llegué a esta pizza de mejillones y cholgas, preparados con cerveza y ajo. Los mejillones los lavo y los congelo en agua de mar, porque son un producto del mar, entonces: ¿qué gusto tienen que tener? El sabor del lugar”. Ese lugar del que habla Peralta, no es ni más ni menos que el Canal Beagle: “La calidad de los mejillones que tenemos acá es increíble, ese es el toque que le damos nosotros; es todo un arte en el que todavía estamos aprendiendo”. Zorro Viejo trabaja con productos que la comunidad extrae y procesa: “Lo que hace muy especial a estos mejillones es que han sido buceados aquí mismo, en el Canal que se encuentra a 20 metros de la pizzería. Pancho Cabrera es el buzo y se introduce en el mar y ve lo que yo no puedo ver. Él encuentra en el fondo los mejillones grandes que yo le pido, allí abajo, donde está toda la riqueza del Onashaga, verdadero nombre del Canal”. Además de la invalorable tarea que el buzo Pancho Cabrera realiza en las profundidades, Hugo pondera también la función de los científicos que trabajan en el CADIC, quiénes le permiten conocer un poco más sobre los ecosistemas sumergidos: “Ellos me enseñan, por ejemplo, cuestiones que tienen que ver con las macroalgas”. Son justamente los bosques de algas Kelp los que hacen posible que una enorme cantidad de especies marinas, como los mejillones, puedan nacer, crecer y desarrollarse en un ecosistema propicio. Hoy, estos bosques sumergidos enfrentan una amenaza inminente, y las consecuencias se empiezan a notar. Entre ellas se encuentra la deforestación submarina, una situación que en Chile genera profundas consecuencias con disminución y pérdida de especies de gran valor económico e identitario de estas costas australes. En otras palabras, sin estos bosques de algas, no hay pizza de mejillones posible. Este pequeño poblado de pescadores, ubicado a 75 km. de Ushuaia, tiene una importancia que supera su tamaño: “Almanza es el último rincón de la patria argentina. Este es el pueblo más austral de nuestro país y tiene sectores vírgenes. Hay que cuidarlo, hay que trabajar por eso y también concientizar a la gente y a quienes toman decisiones sobre nuestro lugar”, expresa Hugo no solo pensando en sí mismo, sino en toda la comunidad que vive de lo que el mar genera. La pizzería Zorro Viejo está construida de tal manera que cuando uno se sienta a comer, da la sensación de estar observando el paisaje desde un barco: “Uno siente que está metido en una fotografía. A través del ventanal gigante, te metés en una postal, entrás en en el Canal. En el verano hay sol y se ven las algas y hasta alguna ballena. Somos privilegiados de estar dentro de esta imagen y poder ver la isla Gable, la Isla Navarino y Puerto Williams, apreciar las embarcaciones que van y vienen. En invierno, todo se pone blanco: la nieve y el viento que trae los copos, una foto totalmente distinta que también se puede disfrutar desde Almanza y desde Zorro Viejo”. El camino a Almanza Hugo cuenta que conoció Almanza “trabajando en el turismo receptivo, trayendo gente a la estancia Harberton”, un sitio de gran importancia histórica para Tierra del Fuego. “Almanza me cautivó: un amigo me invitó a venir un fin de semana, llegué y no me fui nunca más. De eso hace 20 años ya. Él me introdujo también en el trabajo con los mejillones”. Nacido en Buenos Aires, Peralta llegó a Tierra del Fuego a los 17 años: “Es mi lugar en el mundo. Elijo Almanza porque aquí puedo hacer lo que me gusta, que es trabajar con las especies marinas, y también por la conexión que aquí tenemos, en un espacio que es totalmente natural. Me encanta difundir los lugares de la provincia, que la gente visite Ushuaia, Río Grande, Tolhuin. Este es mi proyecto de vida y mi jubilación”, sonríe Hugo. Tierra del Fuego posee una de las reservas más grandes en lo que a diversidad marina se trata. Cientos de especies se nutren de los bosques submarinos, lo que hace que la zona tenga un valor turístico inigualable. Todo lo que sucede en el mar, se replica de algún modo en la superficie, donde los pobladores de Almanza tienen sus funciones y su trabajo coordinado: “Uno tiene que amar lo que hace. Yo quiero mucho al Canal, en el que me meto en verano y también en invierno, y donde trabajamos en conjunto con los vecinos. Cada uno aportando algo, alguno con su experiencia, otro una embarcación, aquel ofrece el motor… En eso hacemos una sumatoria y así realizamos el trabajo cooperativo en las aguas del Canal”. A pesar de las condiciones un tanto difíciles, Hugo Peralta se enamora cada día más del pueblo: “No es fácil estar aquí en invierno, pero es una elección de vida que implica mucho amor por Almanza y Tierra del Fuego. Meterse al mar con el frío es bravo, pero es una forma de vida. Todos los que quieran venir a conocer Almanza, tienen las puertas abiertas del lugar. El pueblo los espera en cualquier época del año”. De ir a Almanza, qué mejor opción entonces, que la de comer una pizza única de mejillones y cholgas mirando el Canal de Beagle.